lunes, 15 de febrero de 2010

El decálogo de Santo Domingo de Guzmán según Benedicto XVI
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Escrito por Jesús de las Heras Muela - Director de Ecclesia y Ecclesia Digital
viernes, 12 de febrero de 2010
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A la luz de su catequesis del 3 de febrero sobre el fundador de la Familia Dominicana
“Inflamado del celo de Dios y de ardor sobrenatural, por tu caridad sin límites y el fervor del espíritu vehemente te consagraste totalmente, con el voto de pobreza perpetua, a la observancia apostólica y a la predicación evangélica".


1.- La primacía de Dios: Hablaba siempre con Dios y de Dios. En la vida de los santos van siempre juntos el amor al Señor y al prójimo, la búsqueda de la gloria de Dios y de la salvación de las almas.


2.- Palabra de Dios y caridad: Se distinguió en seguida por el interés en el estudio de la Sagrada Escritura y por el amor a los pobres


3.- La clave es servir: El servicio y la humildad, más allá de los honores y de hacer carrera.
4.- La comunión eclesial: Fue el Papa, al que el obispo Diego y Domingo se dirigieron para pedir consejo, quien pidió a este último que se dedicara a la predicación a los albigenses. Este gran santo nos recuerda que en el corazón de la Iglesia debe arder siempre un fuego misionero, que impulsa incesantemente a llevar el primer anuncio del Evangelio y, donde sea necesario, a una nueva evangelización: de hecho, Cristo es el bien más precioso que los hombres y las mujeres de todo tiempo y de todo lugar tienen derecho a conocer y amar. Y es consolador ver cómo también en la Iglesia de hoy son tantos —pastores y fieles laicos, miembros de antiguas Órdenes religiosas y de nuevos movimientos eclesiales— los que con alegría entregan su vida por este ideal supremo: anunciar y dar testimonio del Evangelio.



5.- El misionero: Así, la acción misionera hacia quienes no conocen la luz del Evangelio, y la obra de nueva evangelización de las comunidades cristianas se convirtieron en las metas apostólicas que Domingo se propuso conseguir.


6.- Los dos valores claves para la misión: Domingo quiso dar relevancia a dos valores que consideraba indispensables para el éxito de la misión evangelizadora: la vida comunitaria en la pobreza y el estudio. Estimulaba la vida fraterna y la responsabilidad de todos los miembros de la comunidad,


7.- La riqueza de la pobreza: S presentaba y era mendicante, es decir, sin grandes propiedades de terrenos que administrar. Este elemento les hacía más disponibles al estudio y a la predicación itinerante y constituía un testimonio concreto para la gente.


8.- Procurar la mejor formación posible: Domingo, con un gesto valiente, quiso que sus seguidores adquirieran una sólida formación teológica, y no dudó en enviarlos a las universidades de la época, aunque no pocos eclesiásticos miraban con desconfianza a esas instituciones culturales. El desarrollo de la cultura exige que quienes desempeñan el ministerio de la Palabra, en los distintos niveles, estén bien preparados. Exhorto, por tanto, a todos, pastores y laicos, a cultivar esta "dimensión cultural" de la fe, para que la belleza de la verdad cristiana pueda ser comprendida mejor y la fe pueda ser verdaderamente alimentada, fortalecida y también defendida. En este Año sacerdotal, invito a los seminaristas y a los sacerdotes a estimar el valor espiritual del estudio. La calidad del ministerio sacerdotal depende también de la generosidad con que se aplica al estudio de las verdades reveladas.


9.- El dinamismo pastoral de la formación cristiana: La teología tiene una dimensión espiritual y pastoral, que enriquece el alma y la vida. un anhelo pastoral en el estudio contemplativo de esa verdad, por la exigencia de comunicar a los demás el fruto de la propia contemplación.


10.- La devoción mariana y la oración: Con su santidad, nos indica dos medios indispensables para que la acción apostólica sea eficaz. Ante todo, la devoción mariana, que cultivó con ternura y que dejó como herencia preciosa a sus hijos espirituales, los cuales en la historia de la Iglesia han tenido el gran mérito de difundir la oración del santo rosario, tan arraigada en el pueblo cristiano y tan rica en valores evangélicos, una verdadera escuela de fe y de piedad. En segundo lugar, Domingo, que se hizo cargo de algunos monasterios femeninos en Francia y en Roma, creyó hasta el fondo en el valor de la oración de intercesión por el éxito del trabajo apostólico. Sólo en el cielo comprenderemos hasta qué punto la oración de las monjas de clausura acompaña eficazmente la acción apostólica. A cada una de ellas dirijo mi pensamiento agradecido y afectuoso.


Jesús de las Heras Muela


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El decálogo de Benedicto XVI sobre San Francisco de Asís
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Escrito por Jesús de las Heras Muela - Director de Ecclesia y Ecclesia Digital
viernes, 12 de febrero de 2010
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A la luz de la catequesis del Papa en el pasado 27 de enero
1.- El ideal de Francisco: Ser como Jesús; contemplar el Cristo del Evangelio, amarlo intensamente, imitar sus virtudes. En particular, quiso dar un valor fundamental a la pobreza interior y exterior.


2.- La renovación de Francisco: San Francisco no renueva la Iglesia sin el Papa o en contra de él, sino sólo en comunión con él. Las dos realidades van juntas: el Sucesor de Pedro, los obispos, la Iglesia fundada en la sucesión de los Apóstoles y el carisma nuevo que el Espíritu Santo crea en ese momento para renovar la Iglesia. En la unidad crece la verdadera renovación. En la vida de los santos no existe contraste entre carisma profético y carisma de gobierno y, si se crea alguna tensión, saben esperar con paciencia los tiempos del Espíritu Santo.


3.- Seguir a Cristo pobre y crucificado: Francisco se sintió llamado a vivir en la pobreza y a dedicarse a la predicación, siguiendo así y con radicalidad a Jesucristo pobre y crucificado.


4.- El verdadero Francisco: Más allá de idealizaciones, el verdadero Francisco histórico es el Francisco de la Iglesia y precisamente de este modo habla también a los no creyentes, a los creyentes de otras confesiones y religiones.


5.- Francisco, hombre de diálogo: Francisco, armado voluntariamente sólo de su fe y de su mansedumbre personal, recorrió con eficacia el camino del diálogo. Las crónicas nos narran que el sultán musulmán le brindó una acogida benévola y un recibimiento cordial. Es un modelo en el que también hoy deberían inspirarse las relaciones entre cristianos y musulmanes: promover un diálogo en la verdad, en el respeto recíproco y en la comprensión mutua (cf. Nostra aetate, 3).


6.- Francisco, hombre de la Palabra de Dios: Los santos son realmente los mejores intérpretes de la Biblia: el Evangelio sin glosa.


7.- El amor de Francisco a la Eucaristía: En Francisco el amor a Cristo se expresó de modo especial en la adoración del Santísimo Sacramento de la Eucaristía. La santidad de la Eucaristía nos pide ser puros, vivir de modo coherente con el Misterio que celebramos.


8.- El amor de Francisco hacia las criaturas, empezando por el hombre: Del amor a Cristo nace el amor hacia las personas y también hacia todas las criaturas de Dios. : El sentido de la fraternidad universal y el amor a la creación en pro de la construcción de una paz sólida está vinculada al respeto de la creación. Francisco nos recuerda que en la creación se despliega la sabiduría y la benevolencia del Creador. Él entiende la naturaleza como un lenguaje en el que Dios habla con nosotros, en el que la realidad se vuelve transparente y podemos hablar de Dios y con Dios.




9.- A Francisco el Señor le dio hermanos y él dio hermanos a la humanidad y a la Iglesia: Este es otro rasgo característico de la espiritualidad de Francisco: el sentido de la fraternidad universal.


10.- Francisco, el cristiano de la perfecta alegría: Francisco fue un gran santo y un hombre alegre. Su sencillez, su humildad, su fe, su amor a Cristo, su bondad con todo hombre y toda mujer lo hicieron alegre en cualquier situación. En efecto, entre la santidad y la alegría existe una relación íntima e indisoluble. Un escritor francés dijo que en el mundo sólo existe una tristeza: la de no ser santos, es decir, no estar cerca de Dios. Mirando el testimonio de san Francisco, comprendemos que el secreto de la verdadera felicidad es precisamente: llegar a ser santos, cercanos a Dios.


Jesús de las Heras Muela
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